Unción de los enfermos
La Unción de los enfermos
La unción de los enfermos se imparte a personas de cualquier edad que estén en peligro de muerte. Generalmente, se hace en el hospital. En la parroquia llevamos a cabo una misa de unción de los enfermos, cada primer domingo de cada mes, en la misa de las 2:00 p.m. Está unción está dirigida a personas enfermas y mayores de 55 años de edad.
Los padres de la Parroquia visitan semanalmente los hospitales de la ciudad para atender las diferentes necesidades de la comunidad en esta materia.
Preguntas frecuentes
¿Qué es la unción de los enfermos?
La Unción de los enfermos, llamada también Oleo santo, es el sacramento, administrado por el sacerdote, que confiere una gracia especial al cristiano aquejado de cualquier enfermedad grave o de la vejez.
¿Cuáles son las disposiciones requeridas para recibir dignamente este sacramento?
Para recibir dignamente la Unción de los enfermos es necesario estar en estado de gracia, confiar en la virtud del sacramento y en la divina misericordia, y finalmente abandonarse a la voluntad de Dios.
¿Es bueno recibir la Unción de los enfermos cuando se está todavía lúcido de mente?
Es sumamente recomendablemente recibir la Unción de los enfermos cuando se está todavía en la plena posesión de las propias facultades, porque este sacramento, como todos los otros sacramentos, aumenta la gracia en proporción a las buenas disposiciones y al fervor de quien lo recibe.
¿Cuáles son los efectos de la Unción de los enfermos?
En quien recibe con fe y devoción la Unción de los enfermos produce la unión con la pasión de Jesucristo, por el bien del enfermo y de toda la Iglesia, conforta y da la paz, concede el perdón de los pecados en el caso de que el enfermo no hubiese podido obtenerlo con el sacramento de la Penitencia, confiere también la salud del enfermo prepara para el eventual paso a la vida eterna.
¿Cómo se debe ejercer la caridad hacia las personas gravemente enfermas o ancianas?
La caridad cristiana requiere que no se tenga en cuenta solamente el cuerpo, sino también el alma. Quien asiste a los enfermos está por tanto obligado a obrar4 de tal manera que no les falten los consuelos de la fe a aquellos que se encuentran cercanos al momento que decidirá su salvación eterna.